miércoles, 25 de noviembre de 2009

Una sensación...

Día 1:
En la Tv: Sequía en algunas provincias, calor y humedad insoportable en Capital Federal.
Mensaje de texto a mamá: "Me voy a cenar a lo de S. Después vuelvo"
Mamá: "Ok"

Día 2:
En la Tv: La Presidente anuncia nuevo plan social. Día con algunas manifestaciones.
Mensaje de texto a mamá: "Me voy con S a cenar, pero vuelvo a casa"
Mamá: "ok"

Día 3:
En la Tv: El jefe del Gobierno de la Ciudad no puede dar explicaciones coherentes sobre las denuncias de espionaje ilegal de la policía.
Mensaje a mamá: "Hoy no ceno en casa, me voy a lo de S, pero después vuelvo"
Mamá: "ok"

Día 4:
En la Tv: Cantante popular internado para ser transplantado. País en vigilia.
Mensaje a mamá: "Hoy no ceno en casa, pero vuelvo a dormir. Besos"
Mamá: "Ok"

Día 5:
En la Tv: Asesinato tras un intento de robo en Wilde. Vecinos de esa localidad reclaman seguridad en la comisaría.
Mensaje a mamá: "Me voy a lo de S a cenar, después vuelvo a casa. Besos"
Mamá: "Ok. Tené cuidado al volver"

lunes, 9 de noviembre de 2009

A veces, un abrazo...

La noche anterior se había acostado llena de rabia. Pensó en él, el que hacía unos minutos había sido el futuro padre de sus hijos, la sonrisa con la que despertaba cada mañana, su motivo de felicidad... y tan de repente, pasó a ser el sujeto al que le dedicaba canciones en inglés mandándolo a la mierda... "why are you being a dickhead for? stop being a dickhead..."

Pensó que a la mañana siguiente, la ira cedería y entraría en razón. Recordaría una vez más los motivos que hicieron alguna vez amarlo tanto, escuchar su voz que calmó tantas angustias, extrañarlo... pero no pudo.

Aunque sabía que el chat no era una buena decisión, le habló cobardemente por ahí, y lo buscó, y lo encontró, y se lastimaron feo.

Se fue a comer. Tres bocados que no pasaban por la garganta y que no descansaban finalmente en un estómago duro de nervios, de enojo, de rencor.

Se fue a dormir un rato, pensando en que iba a poder hacerlo. Al fin y al cabo, la noche anterior sólo había podido dormir 4 horas, mientras pensaba en él, que estaría durmiendo plácidamente, sin culpas, ignorando las lágrimas que mojaban otra almohada.

No pudo. respiró hondo y pensó que no iba a poder soportar no hablarle, no verlo, no putearlo a la cara auqnue más no sea. Algo.

Mensaje: "no puedo dormir, voy a verte". Él: "Estoy en la calle. Nos encontramos".

Se puso los anteojos negros y no se arregló. Pensó en escuchar algo de la música que calma a las fieras, pero prefirió estar pendiente del celular, por las dudas.

Una cuadra de distancia y el corazón empezaba a latir. ¿por qué te ponés tan nerviosa? ¿no era él el futuro padre de tus hijos? ¿quién era él? los dos eran tan extraños de repente.

Y ahí estaba, del otro lado de la avenida. ¿y ahora qué le dig0? ¿cómo empiezo? ¿por qué hay tanta gente alrededor?, se suponía que eramos sólo los dos. "hola", supongo que sí. empezar con eso y caminar. buscar un lugar aislado, una plaza... una calle desierta... un algo.

Un metro de distancia y... hacé lo que puedas...

No pudo. No hizo nada. Él la abrazó, la abrazó fuerte y con toda su respiración contenida. La acarició y el cuerpo recordó por ella.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Mi vecina del 9 (no vé, no vé)

Primero pensé que era muda, porque nunca hablaba. Después, sospeché que era una mujer golpeada y hasta lo comenté preocupada con mi familia. Al tiempo me enteré de que su esposo es un policía retirado, la ecuación cerraba bien.
Pero no, parece que la mina es agreta nomás, de naturaleza, y no tiene ningún problemita de violencia o en sus cuerdas vocales.
La cuestión es que mi vecina del noveno no puede sacarse la cara de orto que tiene todos los días, y me pregunto cómo hará para soportar una existencia tan amarga.
Las primeras veces que me la crucé, me cerraba la puerta al salir o no me esperaba para subir en el ascensor si veía que yo venía de la calle. Tipa jodida, si las hay.
Un día, la escuché hablar casi por primera vez. Le contaba a la portera que a su hija le habían robado la cartera que tenía dentro del auto estacionado, mientras esperaba a su hijo a la salida del jardín. Enojadísima estaba mi vecina. Entonces, fue cuando la entendí. La frase estaba reprimida en su interior y estalló por todos sus poros: "esos negros de mierda, hay que matarlos a todos!"
Reaccionaria había resultado la esposa del policía, no podía ser tan claro. Y entonces, una puerta que cerraba en mis narices y un ascensor que no me esperaba cobraron dimensiones alarmantes para una persona tan pacífica como la que suscribe.
Ya se tornó en una guerra personal. Creo que el gérmen de su comportamiento está en que tiene miedo. Se siente insegura en esta ciudad, en su edificio, en el ascensor... y hasta conmigo. Yo, que no le pego ni a un caballo para hacerlo galopar.
El problema es que mi vecina, con su actitud, está generando totalmente lo contrario en mí. De alguna manera inexplicable, siento deseos irrefenables de cagarla a trompadas cada vez que me cierra una puerta. Lo que en un principio fue compasión o hasta indiferencia, se tornó en una lucha cuerpo a cuerpo.
Aunque me resulta repugnante hablarle o compartir algo con esta señora, mis deseos de venganza son más fuertes y hacen que me apure para tomar el ascensor con ella e incomodarla.
Al verla salir detrás mío del edificio, cierro la puerta violentamente, lo mismo al verla llegar.
Ayer llegué y ella estaba esperando el ascensor, cuando éste al fin llega, mi vecina hace como que estaba esperando a alguien y no sube. Todo por no subir conmigo, claro está. Mejor, me ahorró el trabajo de llamar al ascensor.
También, en un momentó de debilidad ella entraba al edificio y le dije si quería que le dejara la puerta del ascensor abierta. Después de no devolver la cortesía y cerrar la puerta de calle como si nada, me responde: "anda mal la manija de la puerta de calle". (???????)
El otro día, entro con mi novio al edificio (se debe haber asustado al encontrar DOS personas, siendo una de ellas un masculino), y los dos ascensores estaban en planta baja. Ella abre la puerta de uno, y nosotros nos quedamos esperando para subir al mismo, cuando tan suspicazmente nos indica: "allá hay otro ascensor". A lo que mi novio le responde: "Sí, y ahí había otro. oh! dos ascensores!"

Sentimiento ambivalentes me embargan al pensar que, por un lado, la voy a matar un día de estos, pero por el otro, está bueno tener estos vecinos pirados, sino uno se aburre.