jueves, 24 de julio de 2008

Sin escalas

Hay una pendiente que se va construyendo a cada paso. La seguimos subiendo sin saber por qué, casi por inercia... o porque algo dice que hay que seguir subiendo. Las piernas ya están cansadas, les falta "estado", no se bancan las piedras ni las zapatillas rotas que sacan ampollas.
Parar un minuto y mirar alrededor. Pensar que el camino no lo es todo, que en la vera hay miles de cosas que nos acompañan, y que son hermosas. Parar un minuto y descansar. Tomar un poco de agua porque el sol está matando y este calor...
Mirar para arriba y ver que falta tan poquito. Nadie baja para decirnos si falta mucho, si se pone más difícil arriba. Cada uno sube como puede, en el tiempo que puede. Pero sube.
Un pozo la hizo tropezar. Se cayó y se lastimó. Lloró bastante, el dolor era fuerte e injustificado... de haber visto ese pozo. Lloró más por bronca que por dolor, y se pensó incapaz de seguir subiendo pero ay! quedaba tan poco!. Si la estoy viendo, ahí está...
Decidió seguir. Sin seguridades. Probar... sobre todo, por el camino que la seguía detrás.
Un viento fresco la acaricio y le dijo que podía. Una mano la ayudó a subir una piedra y le dio confianza. Volvió a pensar en el camino de atrás, y ahora ya no subía porque había llegado hasta ahí. Se acordó de que quería subir.
Sigue caminando. Ahora con la confianza de poder. No sabe si terminará. Pero está feliz, porque pudo cuando pensó que no podía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro que sí, obvio que subió. Sólo ella no sabia que iba a llegar. Y ese pozo... Que que sepultarlo, ejem... taparlo.